
El consorcio húngaro Ganz-Mavag ha dado el paso de presentar su esperada oferta pública de adquisición (opa) por el fabricante de trenes Talgo ante el regulador bursátil, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). El intento de compra es por el 100% (123,8 millones de acciones) y hasta el momento no crea más que recelo en el Gobierno. En el entorno del presidente, Pedro Sánchez, se analizan posibles vínculos del hombre que lidera la opa, el empresario magiar András Tombor, con el primer ministro húngaro Víktor Orban, del que fue asesor de seguridad nacional durante su primer mandato, o incluso con el líder ruso Vladímir Putin. El ministro de Transportes, Óscar Puente, afirmó ayer ante un grupo de periodistas de Prensa Ibérica que el Ejecutivó hará “todo lo posible” para evitar que Magyar Vagon, grupo propiedad de Tombor, tome el control de Talgo.
El punto a favor de Magyar Vagon es contar con el beneplácito de los partícipes de la instrumental Pegaso, titular del 40% del capital, tal y como se expilicita en el documento publicado en el portal de la CNMV.
Fuentes del Gobierno explican que “se van a analizará todos los detalles de la operación sobre Talgo”. El argumento es que opera en un sector estratégico “que tiene un papel fundamental en la movilidad ferroviaria, y siempre vamos a defender los proyectos industriales estratégicos y los puestos de trabajo”. Las mismas fuentes recuerdan que España cuenta “con un marco reforzado el año pasado para el análisis y control de inversiones, garantizando que las operaciones no afectan a los interese de España en materia de salud, seguridad y orden público, y que busca guardar el equilibrio para seguir siendo atractivos como destino inversor”. Con el proyecto húngaro ya negro sobre blanco, el Ejecutivo de Pedro Sánchez afirma que trabaja “para garantizar la estabilidad futura de Talgo. Y eso supone estar vigilante ante esta operación”.
El precio ofrecido a los accionistas es el esperado, de 5 euros por título, tal y como avanzó Magyar Vagon el pasado mes de noviembre. La oferta, supeditada a la aceptación por parte del 50% del capital, valora al icónico fabricante de trenes, especializado en el segmento de la alta velocidad, en 619 millones de euros. El lanzamiento de la opa se produce después de semanas de negociación entre la parte compradora y los acreedores de Talgo: 18 bancos cuentan con capacidad para exigir la amortización anticipada de créditos por 227 millones de euros si se da un cambio de control. En este sentido hay un acuerdo de no ejecución. Y una vez asegurado el terreno que pisan Magyar Vagon y su compañero de viaje, el fondo soberano húngaro Corvinus (se reparten un 55% y un 45% del consorcio que lanza la opa, respectivamente), la operación depende ahora del visto bueno de la CNMV al folleto informativo y de que el el Gobierno no frene la entrada de capital extranjero en Talgo.
El Consejo de Ministros podría tener capacidad de veto en virtud del escudo antiopas procedentes del extranjero, regulado a través del real decreto 571/2023, de 4 de julio, sobre inversiones exteriores. Este blindaje fue activado en los primeros tiempos de la pandemia, y posteriormente ampliado, ante la pérdida de valor de importantes cotizadas, sobre las que el Ejecutivo podría cerrar la puerta de entrada a partir de la toma de un 10% del capital, pero también protege a empresas no cotizadas en operaciones superiores a los 500 millones.
El ministro de Industria, Jordi Hereu, afirmó en público el 21 de febrero que Talgo, único fabricante local de trenes junto a CAF, es estratégica para el país. La empresa pretendida por Magyar Vagon tiene 82 años de historia y fábricas en Las Matas (Madrid) y Rivabellosa (Álava). Su capitalización bursátil es de 553 millones y ganó 12,2 millones al cierre de 2023. La cotización ha vuelto a levantar el vuelo este jueves, apuntándose un 5,28%, hasta los 4,39 euros. La opa ofrece una aún una prima del 13,9% con sus 5 euros. El oferente habla de una prima del 14,4% sobre los 4,37 euros que transitaba la acción de Talgo el 7 de febrero, cuando fue suspendida la cotización ante informaciones de prensa que hablaban de la preparación de la oferta; el sopreprecio es del 27,7% respecto al valor el 15 de noviembre de 2023, dio previo a que Talgo desvelara el potencial interés de un inversor por la totalidad de su capital, y alcanza el 35,7% sobre el precio medio de 3,68 euros correspondiente al mes anterior a ese 15 de noviembre.
Falta de volumen
El pequeño tamaño de Talgo para disputar pedidos de trenes a referencias como la francesa Alstom, la suiza Stadler, la china CRCC o la española CAF, hace preciso un impulso industrial para una empresa que, además de crecer en alta velocidad, quiere desarrollarse en el negocio del material rodante ligero. Con todo, Talgo tiene pedidos en cartera por 4.200 millones, de los que 2.100 millones fueron contratados el año pasado.
A la necesidad de ganar capacidad de producción para competir se suma el deseo de salida de uno de los accionistas de perfil financiero, el fondo Trilantic. Principal integrante de la instrumental Pegaso, titular de un 40% de Talgo, la venta de acciones por parte de Trilantic arrastra a sus otros dos socios: la familia fundadora Oriol y Torreal, vehículo inversor de Juan Abelló. Otros inversores en la firma industrial son la familia Torrente Blasco, con un 5,03% de Talgo a través de la instrumental Torreblas, y la aseguradora Santa Lucía con un 2,86%. Entre los miembros del consejo se reparte otro 3,5% de la empresa.
El acercamiento de Magyar Vagon a Talgo no se considera hostil por cuanto fue anunciado al consejo de administración del fabricante e incluso contaría con el beneplácito de los principales accionistas.
Talgo podría ser considerada empresa estratégica para España por su condición de firma industrial, su relación con la pública Renfe, para la que fabrica trenes y con la que tiene sociedades mixtas de mantenimiento, y por su acceso a información crítica sobre el mapa español de infraestructuras ferroviarias. La Junta de Inversiones Exteriores es el órgano interministerial, adscrito a la Secretaría de Estado de Comercio, que analiza las implicaciones de inversiones procedentes de fuera, como sería esta opa sobre Talgo. Este ente está presidido por Alicia Varela Donoso, directora general de Comercio Internacional e Inversiones.
La preocupación del Gobierno recuerda al reciente caso de la entrada el pasado mes de septiembre, esta sin aviso previo, de la saudí STC en Telefónica con un 9,9% entre capital y derivados. Jugando a la defensiva, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) recibió permiso del Consejo de Ministros para hacerse con un 10% de Telefónica, al tiempo que se está creando una SEPI digital como vehículo que podría tomar el papel de accionista de referencia en Telefónica.
El sentido industrial de la opa es dotar de mayor capacidad al fabricante húngaro DJJ (Dunakeszi Jarmüjavító), propiedad de Magyar Vagon, especializado en trenes ligeros y de mercancías con su planta en Dunakeszi (Hungría). Tombor compró esta compañía en 2020, de manos rusas, en el marco de la invasión rusa de Ucrania. En principio, la marca de la española se mantendría, así como sus dos plantas en España. Un mayor tamaño de ambos fabricantes les dotaría de mejor posición ante la inversión prevista en ferrocarril en toda Europa.
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